Tiempo de Ocio Ceuta

  • Diario Digital | domingo, 28 de abril de 2024
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Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales americanas y se convertirá en el nuevo presidente de los USA. Hasta aquí todo sería correcto de no ser porqué su elección ha hecho sonar las alarmas mundiales en cuanto a economía, riqueza energética, defensa, inmigración… 

Habría que preguntarse si efectivamente los americanos querían un cambio y si realmente querían este cambio. Según las encuestas los americanos que han votado a Trump han sido mayoritariamente los WASP. Acrónimo de blancos anglosajones y protestantes, describe a estadounidenses blancos de elevada posición social, descendientes de británicos y de religión protestante que, supuestamente, ostentan gran poder social y económico en los Estados Unidos, defendiendo los valores tradicionales y rechazando influencias de cualquier etnia, nacionalidad o cultura ajena a la suya. Aceptando esto, lo contrario vendría a decir que los negros, latinos, chinos… no han ido a votar. Y ha ganado Trump. Son los peligros que florecen en los países democráticamente avanzados.

A Trump no se le quería en EEUU. Le habían llamado “ousider”, forastero, anti-candidato, segundón… también protofascista y otras lindezas por el estilo. Pero aunque su contrincante Hillary Clinton –magnífica oportunidad perdida para que una mujer hubiera alcanzado ese cargo- ganó el voto popular, el complicado (para nosotros) sistema electoral americano le dio la llave de la mayoría de los votos electorales a Trump.

Si Norte América se precia por algo es por su elevado dogma de libertad y su democracia llevada, prácticamente, al límite. Por eso espanta un poco pensar que si los americanos le han votado masivamente, todavía haya gente planteándose si es esto o aquello. Pero no solo gente, sino los propios países y sus dirigentes que, no respetando el sentido mayoritario del voto americano se cuestionan la legalidad del próximo presidente. Solo hace falta hacer un poco de memoria para observar que algunas de las promesas más floridas que apuntaba el presidente Reagan en los ochenta o en los noventa el presidente Bush padre, o en los dos mil el presidente Bush hijo, se parecen mucho a lo que ahora dice este político sin formación y sin formas.

Le han dado el mando y ahora él debe dirigirlos de la manera que merecen los americanos, cumpliendo en lo que pueda sus promesas electorales y evitando aquellas que -supongo que él mismo se acabará dando cuenta- son auténticas sandeces impropias de un país como éste, y esperando que en los próximos ocho años no sea necesario relevarle, como viene siendo la tónica habitual en los presidentes USA. Desde nuestra perspectiva y salvando las distancias los españoles-castellano-leoneses religiosos y ateos, estándar o peculiares no deberíamos lamentarnos ya que también votamos a quien nos parece y aunque suene raro, también votamos a partidos políticos con propuestas similares.

Posiblemente cualquier decisión que tome en el desempeño de su cargo nos podrá afectar de alguna manera, pero, tranquilos, PODEMOS ha dicho que le vigilará estrechamente.