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  • Diario Digital | viernes, 03 de mayo de 2024
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De ¿toreros? y toros

De ¿toreros? y toros

Ya tardaba. Hemos tenido que esperar a que una nueva sobre toros saltase a los medios de comunicación para recordar que el tema sigue vivo y merecedor de nuestra atención. Nos acordamos que a los toros se les ¿torea? y luego se les mata, únicamente, cuando alguna de las sociedades anti-muerte de los animales se manifiesta o las asociaciones animalistas preparan alguna de las suyas, con conductas muy mejorables, para que se preste atención a la forma en que sucede. 

Los toros y lo que les rodea, siempre han sido un tema recurrente que ha estado en la picota de todos aquellos detractores o partidarios, contraponiendo sus opiniones al respecto. Ahora a los debates sobre si toros sí, o toros no, y se han sumado las de muerte sí o no.

Reconozcamos, entonces, que la muerte de un animal en una corrida de toros no deja de ser una animalada, pero también debemos reconocer que no es lo mismo la lidia y muerte del toro por un torero -que aparenta dar una imagen de igualdad en el centro de la plaza-, que esas fiestas “lúdicas” que, apoyadas en una presunta tradición de siglos atrás, aprovecha para hacer toda clase de gamberradas a un animal que no tiene otra opción que acabar muriendo. 

España y sobre todo Castilla y León son y han sido poso de tradiciones que bajo la coartada de que la costumbre así lo determina, zahieren salvajemente al animal.

Afortunadamente la legislación comienza a regularizarlas obligando a las localidades a acabar sus festejos sin eliminar al animal que ha trabajado como artista invitado. A veces la normativa promulga una norma que prohíbe –por lo menos parcialmente- estas salvajadas. Efectivamente, en Medinacelli, en la fiesta del toro júbilo, ya no se mata al toro una vez que se le encajan en la cabeza unos artilugios metálicos con grandes bolas de material inflamable. En Benavente, tampoco se mata al toro enmaromado después de que se le ensogue por los cuernos y se le arrastre por las calles. La racionalización de la normativa ha dejado a la ciudad de Tordesillas con un palmo de narices. No se puede matar al toro lanceado. Sólo se le puede lancear. Sólo se puede participar en una cacería en la que el animal escapa de las lanzas. El alcalde estaba furioso, hablaba de recurrir todo. El Patronato del Toro hablaba de traiciones y de atracos al pueblo. En fin.

La realidad es que los toros y lo que los rodea debe ser regulado. Por la Comunidad Autónoma, pero también por la legislación estatal. Buscar soluciones de compromiso que puedan llegar a la  satisfacción que se da en las zonas donde no se da muerte al animal. Véase la Corrida Landesa, los Forcados y recortadores portugueses o incluso el Rodeo americano. Todas ellas disfrutan del espectáculo sin promover una suerte de matanza en vivo y en directo.