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  • Diario Digital | viernes, 03 de mayo de 2024
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Jorge M. Mosquera Longueira, nacido en La Coruña, escritor y abogado, con despacho profesional en Burgos y especialización en Derecho Penal y Militar 

Órdago a mayor

 

Vaya órdago que ha lanzado Pablo Iglesias a Pedro Sánchez, a propósito de su autonombramiento como vicepresidente del gobierno y el ascenso al ministerio de media docena de sus acólitos. Como garante de algún hipotético pacto de honor entre su partido y el PSOE, aprovechó que Sánchez no pasa por sus mejores momentos, para endosarle directamente un gobierno “vicepresidido” por él y con las seis carteras más importantes para los de su guarnición. Todo un ejemplo de caudillismo basado en mecanismos informales y difusos.

El caso es que el ínclito Sr. Iglesias sale de la reunión con el Rey y en una gran jugada de populismo, le dice a los periodistas que allí congregados, esperaban algún bombazo: “Le he dicho (al Rey) que…y me quedo con las carteras de….” Hágase. Un paripé similar a las parlamentas que grandes caudillos han endosado a sus ciudadanos en días templados. “Hágase esto. Exprópiese aquello”.

Si Iglesias se lo dijo (o no) al Rey, lo sabrá el Rey, pero en una rueda de prensa marcada por la sonrisa y la autocomplacencia, marcó las líneas por las que se va a regir la “nueva política” cuando se apruebe el pacto con el PSOE de Sánchez. Luego la foto. Rodeado de su gobierno en la sombra qué, con cara de satisfacción, aceptaban explícitamente tal honor, con la única excepción del bebé de la señora Bescansa a quien, por la informalidad del acto, no se hizo exigible su comparecencia. No tardará.

No se le puede negar que tiene desparpajo y que le sobra autoestima, pero tampoco se puede negar que su actitud parecía más la de un castizo hablando con su churri que la de un buen político resumiendo lo tratado con el Jefe del Estado. Parecía estar oyendo a un chulo de los que aparecieron en el siglo XIX en el casticismo madrileño y que representan a la casta a la que tanto desprecia. Yo llego, abro la boca, exijo y mando y no se hable más. Si lo que quería con esa majadería era empurrar a la gente del PSOE y con ello a sus viejos pilares, lo ha conseguido. Aunque el pobre Pedro, boquiabierto, no ha sabido que decir, en su defensa ha salido la vieja guardia del partido: Felipe, Leguina, Corcuera, Guerra, Rubalcaba…, a dar cumplida respuesta a tamaño órdago. Ahora bien, cualquier buen jugador de mus sabe que para echar órdagos se tiene que estar bastante desesperado o no llevar nada, y también sabe qué el postre nunca se debe tirar un farol. Aconsejémosle estar atento, no sea que algunos de los votantes de Podemos, que lo hayan sido por haber creído en sus promesas, sin populismos ni caudillismos, creyéndose las palabras suaves y bien cuidadas de sus dirigentes, no estén de acuerdo con ese tipo de postulados que no sirven más que para atraer inconformes a sus filas.