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  • Diario Digital | domingo, 28 de abril de 2024
  • Actualizado 10:21

Militares y presupuestos

Militares y presupuestos

Hace años, cuando todo el mundo iba obligatoriamente a la mili y había incluso fiestas para que los quintos del reemplazo lo celebrasen, sin dudarlo se cogía el saco petate y directamente a la estación donde, después de haber pasado por 200 o 300 paradas te apeaban en el lugar donde pasarías unos meses. Nadie dudaba que barrería, fregaría, etc. 

En la milicia se aprendería a defender el país de aquel enemigo que siempre estaba avizor esperando para caer sobre nosotros, pero mientras llegaba ese momento se empatenaba el cuartel.

Llegó Aznar con las rebajas y montando un ejército de profesionales que sólo deberían prepararse por y para la guerra, llevó la mili al olvido. En poco tiempo, ya nadie recordaba lo que había sido aquello o lo que se hacía allí. Únicamente las batallitas de los más mayores recordaban aquellos días de cocinas interminables u odiosas limpiezas de letrinas.

Ahora el “vampiro” Montoro sirviéndose de una frase nada castrense “cerrojazo presupuestario” ha hecho que aquellos soldados profesionales que se habían preparado para defendernos de las amenazas externas, se hayan encontrado de repente con que deben volver a usos no precisamente de carácter militar. El general de turno ha dicho que hay que arrimar el hombro y con la misma ha dispuesto que los soldados profesionales vuelvan a fregar platos, limpiar baños o auxiliar en el manejo de las perolas.

Ciertamente, hoy la situación permite y admite que las asociaciones en defensa del soldado hayan echado las manos a la cabeza y hayan previsto, incluso, llegar a los tribunales para evitar tamaño despropósito. Creo un poco exageradas tamañas contiendas. Más bien habría que ir directamente a quien ha decidido acerrojar cerrando el grifo a las contratas de personal externo que se ocupaba de estas tareas.

Si hay que hacerlo se hace y, precisamente ese colectivo, los más disciplinados y obedientes a la hora de satisfacer esas necesidades, seguro que no se quejarán, pero el hombro tiene que arrimarlo todo el mundo. Si los soldados deben estar a instruirse y prepararse para lo que pueda pasar, los diputados también deberían estar a lo suyo y si no lo están lo lógico es que también se les pueda recortar el haber. Cada uno tiene que estar a lo que tiene que estar. No me hago un suponer de ver a nuestros queridos próceres, escoba en mano, mientras pronuncian alguna dilatada soflama, si un buen día el cerrojazo fuese para el personal que se encarga de mantener en condiciones las instalaciones parlamentarias. 

Posiblemente pueda tener razón. La falta de gobierno o el frívolo gasto en elecciones inútiles nos han llevado a ello, pero quizá Montoro debería ir pensando que no siempre se debe apretar por el lado más débil y dar paso a que haya más gente que arrime el hombro.