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  • Diario Digital | jueves, 02 de mayo de 2024
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El desenlace electoral

El desenlace electoral

Ha llegado el final tan esperado. Por fin se ha despejado la margarita y hemos sabido quienes van a ser los próximos que nos van a gobernar. Habíamos esperado con impaciencia el transcurso de esos seis meses que nos habían marcado los plazos de espera para poder saber sin errores cual iba a ser nuestro destino. No ha sido así. Hemos pasado las elecciones del 26-J sin preocuparnos mucho más que del trámite. Las caras en los carteles y en los pasquines de las farolas han llenado las ciudades, por no decir del sopor que produce un mitin en pleno verano. Lo de siempre. Creería que el hastío y el fastidio que nos ha supuesto  la repetición de las elecciones es solo similar al que nos ha producido el mal juego de la selección española de futbol y su retorno a casa en loor de ridículo.

Bien, lo de menos ha sido el resultado. Mariano ha ganado y sorprendido. Podemos no ha sorpassado al PSOE y se ha dado un batacazo y Ciudadanos no ha podido llegar a donde esperaba. El resultado ha dejado claro que todo ha quedado como estaba. Ahora debemos esperar que en los próximos días nos sorprendan con un buen arreglo a tres -ya sea PP, PSOE y Ciudadanos  o Podemos, IU y PSOE- en su caso. Los estudios y cálculos los harán sus analistas, pero los segundos espadas de las organizaciones ya han adelantado sus condiciones.

Como siempre tras los resultados, los líderes han mantenido su discurso. No ha habido autocrítica y en el fondo todos han ganado. Pedro Sánchez ha alcanzado el summun. Su partido ha quedado otra vez como llave, pero perdiendo combustible y ahora lo único realmente conseguido ha sido batir su peor marca y todavía se ha quedado contento porqué Podemos no les ha adelantado. Rivera ha dicho que el centro existe y viene a quedarse, pero ha culpado del resultado a la Ley electoral. Más bien debería haberle echado la culpa a las malas estrategias en cuanto a los pactos realizados o a la perra que ha tenido con lo de no apoyar a Rajoy. Iglesias, dolido y visiblemente sorprendido con el resultado, ha dicho que es amargo que no se haya podido formar un gobierno con una mayoría de progreso. Lo esperado.

A partir de aquí solo nos queda plantear preguntas y esperar las respuestas adecuadas ¿Será capaz Pedro Sánchez de sacar petróleo de esta nueva situación? Posiblemente sí. ¿Seguirá Ciudadanos pidiendo la salida de Rajoy? Seguramente no. ¿Será capaz Rajoy de conseguir un gobierno donde antes no se pudo? Espero que sí. ¿Aceptará Rajoy la propuesta de investidura que, con toda seguridad le propondrá el Rey? Pues, en su línea, volverá a depender de si dispone de los apoyos necesarios. Lo lógico.

La única opción irrazonable es la de la convocatoria de unas terceras elecciones, por lo que no cabe, de nuevo, el planteamiento de repetirlas solo para sacar a Rajoy del poder. Éste, ahora afianzado en su posición obliga a esos partidos a buscar otras opciones. Pero no debe pensar que está todo ganado. Él, debe ser el primero en evitar que cualquier pequeño contratiempo lleve a la celebración de unas nuevas elecciones, por lo que debe pactar. Pero con mayúsculas. Conseguir el poder no es suficiente. Ese poder debe ser utilizado para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, por lo que deberá exponer al resto de los partidos, en que está dispuesto a ceder, cambiar o reformar. No estaría mal empezar por hacer una purga en todos aquellos lugares aquejados de corrupción. Seguro que los apoyos aumentarían.

Por demás, una tercera vez pondría en marcha, de nuevo, toda la maquinaria electoral y los millones de euros de gasto que ello supondría. Efectivamente, el sistema democrático lo exigiría y la convocatoria llevaría consigo todo esa parafernalia, pero un nuevo gasto de doscientos millones de euros de gasto parece excesivo de por sí. No hace falta hacer muchos cálculos para ver hacia donde podrían haber ido esos euros. Por su parte, los partidos, en su pantagruélico apetito volverían a sacar las carteras y repetir errores del pasado, manteniéndonos en una constante campaña electoral, con la particularidad de que perpetuaríamos a Mariano en la presidencia en funciones.  Al final acabaríamos pidiendo al Rey un gobierno de concentración. Esperemos que no.