Tiempo de Ocio Ceuta

  • Diario Digital | viernes, 03 de mayo de 2024
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La última temporada ha venido a ser la mejor. Los partidos no han podido/sabido/querido hacer algo serio para que nuestra política social y económica no se vaya al garete, por lo que llevamos –de momento- cinco meses sin gobierno, que no quiere decir de desgobierno, pero todo se andará.

La cosa es que no habiendo otras cosas mejores de que hablar o decir, sus señorías han hurgado en el fondo de sus forros buscando algo con que salir del paso que les dé un margen de tiempo que, a estas horas ya no tienen. Unos y otros han buscado el término correcto y han encontrado uno, antes caduco y trasnochado, pero ahora con turgente vigencia. Por arte de magia hemos recuperado el cuñadismo. Ha tenido que ser Pablo –otra vez Pablo- quien ha vuelto a la vida un término que dejó de ser actual hace la tira de tiempo. Eso sí, hubiera sido feliz de haberle podido tirar toda esta exposición de cuñadismo a Rajoy, pero cómo éste, estaba allí callado y quieto como un poste, Pablo se ha tenido que conformar con Albert.

Quizá se pregunte el ávido lector que puede entenderse por tal término. Según la reconocida definición de ciertos políticos emergentes, se trata de colocar a dedo en lugar preferente o dar prebenda familiar a conocido ya sea como favor o como concesión. Este término, entendido como algo etéreo, que no tiene –en principio- connotaciones familiares, aunque las pudiera tener, no tiene ideología alguna. El cuñadismo es tanto de izquierdas como de derechas como de centros reformistas y aparece en personas, instituciones, ayuntamientos o políticos en general que, por el mero paso del tiempo adquieren el mal llamado gen cuñado.

Antiguamente, eran los términos de nepotismo o enchufismo los que estaban al orden del día. Carmena o Colau  colocando a sus parientes más cercanos en puestos de responsabilidad de los ayuntamientos que dirigen, ahora practican el cuñadismo. Pero, cuidado, no todo el cuñadismo es colocación de personal en puestos de responsabilidad. También los ayuntamientos que permiten que uno de sus concejales pida el relevo de todas sus responsabilidades de Gobierno aunque siga manteniendo su acta de concejal dentro del grupo del Partido son candidatos a incorporarse inmediatamente al cuñadismo.

No menos hacen los partidos políticos cuando, con ocasión de unas elecciones, descargan en las capitales a aquellos que vienen a desagraviar a las ciudades y para los qué, se ha acuñado el término de paracaidistas. Véase entre otros el caso del diputado de Podemos por Burgos -parte de la cúpula más cercana a Pablo Iglesias- que aterrizó desde Madrid y que ha estado muy centrado en tareas políticas mucho más allá de la región. Cuñadismo puro. Ahora bien, en su descargo, decir que ha sido aquel a quien le puso ojitos la popular Andrea Levy.