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8 de marzo. La mujer española

8 de marzo. La mujer española

Las mujeres en España hasta bien entrada la mitad del siglo XX fueron prácticamente invisibles, hasta 1.911 no tuvieron ninguna posibilidad de acceder a la formación universitaria. Hasta 1.931 no tuvieron derecho al voto y la mayoría, aún entonces o no iban a votar o lo hacían coaccionadas por sus confesores, padres, maridos, etc.

Las que iban al colegio, hasta los doce años, eran una privilegiadas, después se quedaban en casa ayudando a su madre al sostenimiento del hogar acudían a clases de costura y bordado, aprendían buenas costumbres para ser la esposa perfecta, que supiera llevar su casa y educar a sus hijos. Si no se casaban podrían trabajar de institutriz en casas pudientes. Las que eran pobres eran contratadas de criadas o niñeras a cambio de comida, cama y un uniforme hasta que se casaban y eran mantenidas por su marido.

Las comadronas no existían, las mujeres daban a luz en casa ayudadas por alguna vecina que había atendido a varias y se consideraban expertas, a cambio de algunas monedas, alimentos, etc. Como consecuencia de la insalubridad en el trato con las parturientas, eran muchas las que morían de fiebres “puerperales” mejor dicho de las infecciones que aparecían a causa de la falta de higiene.

Una profesión de mujeres era la de portera, a cambio de casa, insalubre y pequeña, limpiaban la escalera, repartían la correspondencia, ayudaban a las señoras del piso a subir la compra. Trabajaban 365 días al año más de doce horas diarias.

El resto de las mujeres eran invisibles, algunas eran mano de obra barata en el campo o servicio doméstico para familias privilegiadas.

En 1.918 el Estatuto de los funcionarios públicos permitió a la mujer acceder a la Administración del Estado, pero, solo como auxiliar.

En 1.931, el 1 de octubre, fue aprobado en el Parlamento Español el derecho al voto de las mujeres españolas, mayores de edad, esto nos equiparo a los hombre, pero nada de esto habría sido posible, si un grupo de mujeres españolas, sufragistas, no hubiesen luchado, sufrido cárcel y represalias para conseguirlo. Desde estas líneas nuestro reconocimiento a todas aquellas mujeres, algunas anónimas, que lucharon por todas nosotras. Un entrañable recuerdo a Clara Campoamor, diputa, que defendió con “uñas y dientes” los derechos de las mujeres.

En 1.948 se fundó en la Guardia Civil el cuerpo de matronas que era ostentado por viudas o huérfanas, principalmente de guardias fallecidos durante la guerra civil, eran utilizadas para realizar registros en aduanas y controles a personas de su mismo sexo, no portaban armas y les estaba prohibido casarse, si lo hacían deberían abandonar el cargo. Esta imposición las coartaba en un derecho que los hombres no tenían que cumplir, algunas se mantuvieron solteras, otras mantuvieron relaciones clandestinas hasta su fecha de jubilación, pero, nunca pudieron tener hijos.

Hemos adelantado mucho después de la reforma del Código Civil de en 1.975, la mujer ha adquirido derechos impensables durante siglos pero queda mucho camino por recorrer, como lo demuestra los datos que exponemos a continuación:

En Europa, menos del 4% de los directores generales de empresas son mujeres, no digamos en España.

El salario medio por horas de las mujeres europeas es más de un 16,3% inferior al de los hombres significa que ellas trabajan gratis 58 días al año, pero en España son tres puntos más es decir: el salario de la mujer española ronda el 19,3% inferior al de un hombre, por lo que la mujer trabajaría 69 días gratis cada año. Para que todos nos entendamos, la brecha salarial entre hombres y mujeres en España supera en tres puntos la media europea.

Es injusta, injustificada e inaceptable a corto plazo, pero a largo plazo se acumula en la carrera laboral de una mujer y su resultado es una brecha mayor a nivel de la pensión, con una diferencia media del 39 % en favor de los hombres.

Los hombres que trabajan dedican de media 9 horas semanales a actividades domésticas o de cuidado (de dependientes) no remuneradas, mientras que las mujeres trabajadoras dedican a ello 26 horas semanales, casi cuatro horas al día.

Sin embargo, la universidad demuestra que son muchas más las mujeres que terminan las carreras que comienzan y que los expedientes académicos son mucho más brillantes en las chicas que en los chicos. Esto nos demuestra lo injusto que es el mundo laboral con la mujer.