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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Y tuvo que llegar un canario.

Y tuvo que llegar un canario.

Voluntad, noble palabra donde las haya, a un nivel tan elevado como algunas del calibre de honestidad o diligencia, aunque sin llegar a las cotas de excelencia de otras como solidaridad o generosidad. Me gusta, no lo voy a negar. Es una palabra que a menudo escucho en conversaciones referidas a la situación de Ceuta, invocándola con añoranza y hastío para contrarrestar el sentido de palabras como corrupción, desidia, conformismo, incompetencia o enchufismo, las cuales se escuchan muchísimo más.

Lo cierto es que el anuncio del ministro Montoro de aumentar las bonificaciones al transporte en Ceuta y Melilla ha sido una noticia grata e inesperada, inesperada porque no había reivindicación alguna sobre la mesa por parte de las ciudades autónomas y sobre todo porque algo tan importante para la ciudad haya costado aparentemente tan poco conseguir. Y cuando digo que ha costado poco lo digo con plena consciencia de lo que digo, porque el coste de esa medida para los presupuestos generales del Estado será “pecata minuta”, porque no hemos tenido que mover un dedo ni llorar delante de las puertas de nadie para conseguirla y, casi lo más importante, porque Montoro realmente no tenía por qué haberlo hecho, no tenía esa exigencia inmediata, los presupuestos ya tenían garantizados los apoyos necesarios sólo con la bonificación a los canarios.

Para los caballas supone un impacto muy importante, es indudable, suponiendo que llegue a buen término ese anuncio del ministro, que ahora parece que no afecta a los residentes. En caso de que sí afectara a los residentes, ríanse ustedes de ofertas “fantasma” de algunas navieras, que además duran como el otoño, que según Sabina es tan poco como lo que tarda en llegar el invierno. Desgraciadamente para el Gobierno de la ciudad no son todas buenas noticias.

En primer lugar hay una consecuencia evidente: les ha dejado con el culo al aire. Semejante facilidad en conseguir ese anuncio de aumento en las bonificaciones nos plantea inmediatamente la duda sobre la voluntad (ains, cada vez que oigo esa palabra…) en la política ceutí. Haré la pregunta sin dar muchos más rodeos: ¿Por qué no se ha conseguido esto antes? Exacto, por falta de voluntad. El hecho de que ahora, de rebote, porque un burro ha soplado una flauta por casualidad (por favor, no me vayan a tomar al pie de la letra la metáfora), porque el Pisuerga pasa por Valladolid (desconozco con qué caudal actualmente), nos haya caído del cielo este regalo, nos dice que era posible, que era viable, que se podía conseguir perfectamente pero que nadie lo ha peleado antes con la suficiente voluntad para conseguirlo.

En segundo lugar, es más sangrante si cabe que el signo político del Gobierno de la Giudad sea el mismo que el del Gobierno de la España desde hace muchos años. Lo que el diputado de Nueva Canaria ha conseguido gracias a la necesidad del PP para aprobar unos presupuestos que permitan desbloquear el funcionamiento normal de España para este año era complicado para un diputado raso, pero su posición de presión le ha facilitado la consecución de sus reivindicaciones. Pero si el Gobierno puede ceder a reivindicaciones de un partido minoritario, debería ser mucho más fácil acceder a peticiones de diputados de su propio partido vitales para los territorios que ellos mismos gobiernan. Y con mucha más razón si tanto se alardea desde la ciudad de las magníficas relaciones que tienen con tantos altos cargos que periódicamente visitan Ceuta y con el bombo que se le da a las relaciones de nuestros congresistas en la capital.

Por último, esto abre nuevas e interesantes vías para conseguir necesidades que tenemos pendientes y de las que no tenemos constancia de que se estén peleando adecuadamente en Madrid, tanto a nivel de nuevas y necesarias infraestructuras de ampliación para la frontera, como para un aumento de plantilla para paliar los problemas que presenta nuestra sanidad, como incluso para seguir avanzando en el coste del transporte, sólo por poner algunos ejemplos. ¿Por qué las bonificaciones para residentes no se suben al 90 o incluso al 100%? ¿Cómo podríamos conseguir un abaratamiento sustancial para los no residentes que nos quieren visitar? Dado que el Estrecho es nuestra autopista de conexión con el resto de los españoles, dado que cualquier peninsular puede usar gratuitamente una autovía o una carretera nacional para trasladarse entre distintos puntos de España y el coste de esas infraestructuras las ha pagado el Estado en su totalidad, ¿por qué no seguimos luchando por tener los mismos derechos que el resto de españoles? O tal vez debería decir ¿por qué no empezamos a luchar? Tenemos el mismo derecho que los demás a poder hacerlo. Pero lo que no es admisible es no intentarlo, no tener esa voluntad política para hacerlo, quizá por pudor o vergüenza, quizá por no molestar, quizá por comodidad, o tal vez por negligencia.

Ha tenido que venir un canario para restregar en todas las narices al Gobierno de Ceuta que es posible conseguir las cosas si se sabe luchar por ellas.