Tiempo de Ocio Ceuta

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:02

Cuando muere un amigo se producen un dolor y un vacío más que angustiosos, pero cuando esa muerte nunca debió ocurrir es difícil levantarse de la cama al día siguiente y seguir andando. Hace catorce años los militares de todo el país debieron sofocar su dolor y tragarse el nudo que se les había formado en la garganta y seguir andando a pesar de que un fatídico accidente había segado la vida de más de sesenta compañeros. Veinte de ellos destinados en Burgos. Recuerdo que la pregunta más recurrente que se planteaba era la de ¿porque?

Cierto es que los militares están para defender a España y aquellos habían demostrado con creces su eficacia en ello además de haber puesto las piedras necesarias para dejar construido un hogar para muchas personas que antes no tenían. ¿Porque entonces un error humano pudo acabar con sus vidas? No lo sé. Todos ellos, los Pacho, Ripo, Caimán, Solar, los hermanos Maldonado…, descansan en paz.

Desde el origen los familiares han pretendido una disculpa, una declaración de lesividad de la Administración que cerrase la caverna que les había producido su muerte, pero los políticos, para variar, hicieron de una tragedia humana una cuestión política.

El camino no ha sido fácil. El Tribunal Supremo sentenció que había sido un fallo humano dejando cubierta la responsabilidad civil. Pero como personas, no podemos dejar de preguntarnos quien fue el responsable, si el ministro, el ministerio o incluso el propio gobierno. Ciertamente hubo irregularidades desde el principio y la realidad final es que aquel avión que salió desde Afganistán nunca debió despegar. 

Que queda. Pues ni más ni menos que la aceptación de responsabilidad patrimonial y la asunción de culpas con una petición de perdón. El gobierno de aquel momento no fue capaz de hacerlo. Tampoco el siguiente con un Bono en plan super star, ni luego una Chacón aperturista, ni posteriormente un Morenés arrogante han sido capaces de hacer algo más provechoso que decir “algo hay que hacer”.

Han debido pasar catorce años, pero el Consejo de Estado, entidad que confecciona informes no vinculantes, ha marcado las pautas a seguir en una posible declaración institucional de admisión de responsabilidad. Basándose en él, la menos probable de los ministros, María Dolores de Cospedal, ha sido capaz de asumir en nombre de aquellos ministerios la aceptación de culpas y a su vez declarar la responsabilidad patrimonial del estado.

Algunos familiares han dicho que esta declaración es oro moral. Yo creo que es algo más. Yo creo que, posiblemente, esa explicación y atribución de responsabilidad, podrá comenzar a cerrar una herida que nunca se debió abrir.