Tiempo de Ocio Ceuta

  • Diario Digital | domingo, 28 de abril de 2024
  • Actualizado 00:01

El respeto a los símbolos

El respeto a los símbolos

No lo podía creer. Cuando leía aquella información que venía a decir que Eduald Carbonell, a la sazón uno de los encargados de conseguir que Atapuerca se conociera en España y por supuesto en el mundo, no se había levantado cuando sonaban los acordes del himno nacional, me parecía que estaban hablando de otra persona. 

No podía ser que alguien que había ido buena parte de su vida laboral de la mano de las instituciones burgalesas y por ende las españolas, fuese capaz de cometer tamaño despropósito. 

A este individuo -perdóneseme la expresión, pero cualquier respeto que pudiese tener por él ha pasado a la historia- en la mejor línea de Zapatero perpetrando aquella gamberrada de no levantarse al paso de la bandera americana, no se le ocurrió otra cosa que utilizar el inequívoco principio constitucional de qué, siendo España un país democrático, no tenía por qué levantarse al paso de la Bandera, dando así, con ello, apoyo implícito a la penumbra que está ensombreciendo Cataluña. Vale. 

Me uno a su dolor al verse obligado a recoger el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en un entorno como el Teatro Campoamor rodeado de banderas nacionales. Igualmente cuando se le nombró doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos, en un hábitat repleto de enseñas rojigualdas. 

Supongo que para evitar memeces de ese estilo, habría que modificar los estatutos de los premios que se entregan a estas grandes personalidades y explicarles que quien recoge tales condecoraciones lo hace en nombre del país y con ello se lleva todo el lote, incluyendo los símbolos patrios. Bandera, himno o Fiesta Nacional son parte de las muestras que difunden los valores de la historia de un país. 

El pasado doce de octubre, nuestros próceres se congregaron en el Paseo de la Castellana para conmemorar solemnemente una Fiesta Nacional qué, por si alguien no lo tenía claro, celebra el día de todos los españoles. Para variar, los de siempre no asistieron, y para variar otros que se llenan la boca con soflamas patrióticas de todo a cien, tampoco lo hicieron. 

La consigna esta vez era afirmar que no deben celebrarse fiestas que recuerden al franquismo o que ensalcen las virtudes militares de un país o qué, para celebrar el día nacional, lo que hay que hacer es estar con la gente y pamplinas por el estilo. Vamos, vamos. 

Confucio, entre otros autores dijo que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, así que con él, me temo que tales comportamientos no alcanzan al objetivo pretendido, sino que van más bien en la línea de un acto de defensa en evitación de males mayores.