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  • Diario Digital | domingo, 05 de mayo de 2024
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Prometer hasta meter

Jorge M. Mosquera Longueira, nacido en La Coruña, escritor y abogado, con despacho profesional en Burgos y especialización en Derecho Penal y Militar 

Prometer hasta meter

 

En breve, el presidente del gobierno y resto de componenda, deberán enfrentarse con las urnas, esta vez a cara de perro y sin el apoyo de la crisis galopante que los encumbró al poder en las elecciones de hace cuatro años. Los ideólogos y pensadores del partido ya estarán haciendo cábalas y estudios sobre lo que se puede ofrecer a la ciudadanía, para repetir poderío, votos y escaños del resultado anterior. Finalmente, en mítines, reuniones, actos de campaña…, le dirán al justiciable que harán todo aquello que no han hecho en los larguísimos cuatro años de legislatura que se han acabado, y repetirán sus promesas, prometiendo que cumplirán lo que en muchos casos se han dejado ir entre los dedos, o también que harán todo aquello que no les ha dado tiempo a hacer y, por supuesto, pidiendo más tiempo para cumplir lo que no han cumplido por falta de tiempo.

Al contrario, la oposición y los partidos de nueva factura propondrán sus nuevas teorías de cómo se deben hacer las cosas, de manera que repercutan en grandes beneficios para el ciudadano. El ciudadano, cuya obligación es la de votar a quien realmente crea que cumplirá lo prometido, a cambio, obligará a los políticos a pasar por caja para evaluar tanto sí la gestión del gobierno, cómo la de la oposición, cómo la de los de nueva factura, ha sido la adecuada. Es la historia de siempre.

Los políticos, conocedores del paño, se arrimarán –ya lo están haciendo- a los canales de televisión para ofrecer disculpas por su mala gestión, para pedir aplausos tácitos por lo bien realizado o para lanzarnos sus promesas de que, ellos sí, cumplirán lo que los otros no han hecho.

Por eso, las fechas en que nos encontramos son espléndidas para que, (antes de que las promesas salgan publicadas en el panfletillo -léase famoso e incumplible programa de gobierno- que dentro de poco inundará nuestras vidas y buzones), les podamos recordar al todavía presidente del gobierno y a los, todavía políticos en la oposición o con pretensiones de gobierno, que las promesas se cumplen como juramentos ante Dios, que son. Decirles qué, un político sólo puede tener una palabra y que esa debe ser sagrada y sacrosanta en su mayor sentido bíblico y que los ciudadanos esperan de la persona elegida que, como mínimo, cumpla con lo prometido. Ellos, jurarán y perjurarán que todas las promesas se cumplirán y algunos, incluso, las firmarán ante notario.

Esta declaración de intenciones y otras parecidas, harán que el ciudadano sea más feliz, haciéndole más llevaderas las cargas y el devenir diario, e incluso quizá -sólo quizá- haciendo perdonar, que no olvidar, los “problemillas pasados”.

Lo cierto es que el examen de diciembre será de trascendental importancia, pero, no obstante, me temo que al igual que en la actual legislatura, el tercio a seguir sea el de “… y una vez metido, olvidar lo prometido”.