Tiempo de Ocio Ceuta

  • Diario Digital | sábado, 11 de mayo de 2024
  • Actualizado 00:00

Madrid y su pamela

Jesús Carretero Antón es Catedrático de Filología Griega, estudio en Salamanca Filología Clásica, y Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid,  ha ejercido de profesor en Jerez de los Caballeros en Badajoz, en el instituto Jorge Manrique de Palencia, en los IES Siete Colinas y  Abyla de Ceuta

Madrid y su pamela

 

No es nada agradable, ni tampoco cosa nueva, con lo que no se puede, por lo tanto, culpar a su alcaldesa de ello, pero Madrid, otra vez está cubierta por una nube contaminante que da miedo, por lo que puede traer, para la salud, en el futuro.

Solución, solución, es muy difícil que se pueda encontrar a esto, ni con Ana Botella de alcaldesa, ni con esa sucursal de los “podemitas” a los que colocó ahí el PSOE, en el hecho más vergonzante de la Alcaldía de la Villa de Madrid.

Con todo, bastarían dos o tres horas de lluvia fuerte para que eso se atenuara, porque la otra forma de eliminarlo o atenuarlo sería dejando de utilizar gran parte de las calefacciones, y eso ni los ultras de la derecha, ni los “progres” de la izquierda lo van a proponer, por cuanto sería peor el remedio que la enfermedad y pasaríamos de correr riesgos contaminantes a llenar los hospitales de gente con “pulmonía”.

La solución que desde la Alcaldía se ha dado, inicialmente, es la prohibición de aparcar en muchas zonas del centro, a los no residentes, con lo que así se evita la circulación de un buen número de vehículos por el centro de Madrid. Claro que de lo que no sé si se han dado cuenta estos iluminados de una de las marcas blancas de “Podemos” es de que los coches aparcados no contaminan, pero de eso:”doctores tiene la Santa Madre Iglesia que lo sabrán explicar” y como la tal Carmena no debe andar muy puesta en eso de las “tologías” (que diría Sancho), pues posiblemente creerá que con  esto y con reducir la velocidad por la M-30 ya lo tiene todo controlado.

Dejando de lado las bromas, lo auténticamente cierto es que las ciudades monstruo, con todas las comodidades y los acondicionamientos que tienen para esas comodidades, acaparan todo el oxígeno posible y sacan “de ronda” todos los elementos contaminantes que se derivan de muchas de esas comodidades, v.gr.: las calefacciones. Y si a esto, en áreas muy cercanas, si es que no en la misma ciudad, hay cinturones industriales de todo tipo, el caldo de cultivo está servido para este banquete de invierno, posiblemente, como anticipo de la Cena de Nochebuena.

Con todo, también es bueno que a Madrid o a Barcelona, que tienen de todo y de todo lo mejor, les acompañe algo que sea un poco menos agradable, porque esa contaminación, si recorremos la geografía española no nos la encontramos en Pesquera o en El Soto, en Navalvillar de Pela o en Barcarrota, en Navaescurial o en Zapata, tampoco en Chauchina, en Fuente Vaqueros o en Tornavacas, por no seguir con otras zonas de España.

Cada uno tiene lo suyo, nunca oí quejarse a los habitantes de Navaconcejo o de San Martín de Trebejo de que ellos no tenían tranvías, para ir desde la plaza del pueblo a la fuente, tampoco oí nunca a los habitantes de Pesquera protestar porque por allí no pasaba el tren y en lo que no pensaron, tampoco, nunca los vecinos de Zahinos es en por qué en su término no había un aeropuerto, pongamos por caso.

Sea como sea, a los de Madrid les ha tocado, estos días, bailar con la más fea, por lo que habrá que esperar que el fin del baile no sea un “chotis” el 31 de diciembre a las once y media de la noche, con un fuerte chaparrón que anule la contaminación y no les permita ir a la Puerta del Sol a tomarse las uvas. Es lo que hay.