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  • Diario Digital | viernes, 17 de mayo de 2024
  • Actualizado 07:33

LO DE MANAR, NO ES UN PROBLEMA MÉDICO, SINO SOCIAL, Y POR ESO POLÍTICO. DA VERGÜENZA QUE HAY QUE PONER EN JUEGO LA VIDA DE UNA CHICA PARA QUE ESTO ESTÉ CLARO.

La realidad social que la Ciudad no quiere ver

Chadia: “Manar se encuentra bien gracias a Dios” (pero no gracias a la Ciudad)

La realidad social que la Ciudad no quiere ver

La rampa que solicita Chadia para su hija Manar solo es el primer paso. Es también una solución a muy corto plazo. Eso es porque la situación difícil que vive esta familia no es causa del trágico accidente que sufrió la pequeña, algo que pudiera haber pasado a cualquiera, sino de las políticas que fomentan la desigualdad social. Estos problemas sociales son: La accesibilidad y la inseguridad de las barriadas; el fracaso escolar; una indiferencia burocrática que daría miedo hasta a Kafka; una clase política alejada de la realidad; la contratación de militares; la desigualdad y el paro. Estos antagonistas conspiran para mantener la familia de Chadia en un estado de emergencias, quitándole la capacidad de volver a una semblanza de normalidad y mirar hacia el futuro.

DSC_0019 Camera-Moto-icon Luis Alvariñas | Manuel Hernández, secretario general del PSOE, con Chadia Rguif Amar. 


La Caída


Chadia necesitaba muchas cosas, pero solo pedía una rampa. Y tampoco lo quería para ella. “Yo aguanto. Tiro un colchón en el suelo y duermo ahí. Aunque es invierno me puedo bañar con agua fría. Me da igual, me quedaría callada. Pero aquí estamos jugando la vida de mi hija. Solo quiero una rampa para que mi hija, Manar, pueda ir al cole y para que los servicios sanitarios puedan acceder a mi casa si tuviera que pasar algo malo otra vez”.

Eso es lo que ha dicho Chadia, una mujer de 29 años, parada y vecina del Príncipe. Chadia es la madre de la pequeña Manar, que con solo un año sufrió un accidente trágico cayéndose de la cama mientras dormía. Chadia recuerda aquel día, mientras su madre Mina llora a su lado:

“No se movía. Llamamos a la ambulancia, pero esa no podía llegar a nuestra casa. Los paramédicos tenían que llevar a Manar hasta la calle ‘Agrupación Norte’, donde les estaba esperando el vehículo. Desde ahí fuimos a toda prisa al Hospital Universitario, pero los médicos, al ver a la niña – ahora hinchada y muy cerca de la muerte – la trasladaron, en helicóptero, a Cádiz”.

En el Hospital de Puerta del Mar, se consiguió estabilizarla. Sin embargo, la niña cayó en un coma que duro dos meses más. Al despertarse, se quedó claro que Manar había sufrido graves daños cerebrales que resultaron en un infarto, una paralasis total y problemas serias de respiración. “Nos dijeron que Dios le ha salvado la vida, pero que otro accidente, en vez de ir a Cádiz nos tenemos que ir a Sidi Embarek”, cuenta la madre. Manar necesita una atención constante y continua.


Lo de Manar, no es un problema médico, sino social, y por eso político


Chadia ha contado a este medio la situación que desde entonces su familia tiene que vivir diariamente. Su situación, como vamos a ver, es excepcionalmente difícil. Sin embargo, su gravedad, no es solo el resultado del accidente que tuvo Manar, sino de muchos problemas sociales – a su vez causadas por la mala gestión del Gobierno que no entiende la realidad de muchos ciudadanos- que confluyen para quitar a la familia de Chadia la oportunidad de recuperar una semblanza de normalidad que le permite mirar hacia el futuro en vez de mantenerse constantemente en un agotador estado de emergencia.

Los protagonistas – o mejor dicho – Antagonistas de la historia de Manar son los siguientes: Los problemas de accesibilidad en el campo exterior; la inseguridad en las barriadas; el fracaso escolar; la indiferencia de la burocracia y una administración complicada que daría miedo hasta a Kafka; un liderazgo político que vive en un torre de marfil; algunos partidos de la oposición que proponen cosas que desde el punto de vista de los ciudadanos son imprácticas para no decir humillantes; asuntos pendientes en la contratación de militares y, desde luego, el paro y la desigualdad y el plan de empleo.

Estos son los que conspiran para mantener la vida de Manar en un peligro extremo y constante.

Repetimos que el caso de Manar exige una actuación inmediata que va más allá de una rampa. Una sociedad con desigualdades sociales como las de Ceuta resulta en dos cosas. Primero, la desigualdad pone unas familias y unos individuos en una situación donde hay más probabilidad que sufren desgracias e infortunios. Segundo: Las desgracias que puedan ocurrir a cualquiera tienen un impacto más largo y más desastroso sobre los que carecen de recursos no solo económicos sino sociales. Este último es lo que vamos a ver en el caso de Chadia y Manar.

Lo de Manar, no es un problema médico, sino social, y por eso político. Solo da vergüenza que hay que poner en juego la vida de una chica para que esto esté claro.

DSC_0012 Camera-Moto-icon Luis Alvariñas | Chadia Rguif Amar con su madre Mina. 


El Zulo-horno


La casa de Chadia y su familia no tendrá más que 35 metros cuadrados. El salón, hay un televisor, dos sofás, una mesita y espacio para nada más. La casa no tiene agua caliente, y para ducharse Chadia tiene que hervir agua en una minúscula cocina. La cama apenas cabe en el dormitorio. La casa carece de ventilación. En verano, la falta de circulación de aire convierte la casa en un horno inaguantable. En las demás estaciones, la pésima ventilación y la fontanería antigua de las casas vecinas fomentan la humedad en las paredes y el techo.

Chadia nos ha explicado como cada año, su marido hace todo lo que puede para contener y frenar la humedad. Sin embargo, una solución permanente significa un trabajo en la estructura del edificio. Esto no es posible, porque por el tiempo de la casa, unas labores mayores puedan causar el derrumbe de la misma.

Hay que recordar que la pequeña Manar sufre de problemas de respiración y se asfixia rápidamente. Seguramente, la casa en que vive ahora no mitigara esta situación. Además, la humedad está estropeando el colchón especial – que costó a la familia unos 600 Euros – en que Manar debería dormir.


¿Donde están los policías?


Para intentar a resolver el problema de ventilación Chadia tiene que dejar su portal abierto. Sin embargo, esto no lo puede hacer todos los días. “Aquí no es un sitio bueno, no es un barrio bueno”, Chadia dice, señalando la pequeña plaza fuera de su casa. “Hay unos chavales que vienen aquí, y se quedan ahí fuera. Fuman. Hay botellón. Un día he salido para pedir silencio, que tengo una niña enferma que necesita descanso. Se rieron de mí. Me insultaron. Un día hasta me tiraron piedras. Tengo una denuncia abierta contra ellos”.

Chadia lamenta que el Príncipe está olvidado. Mientras que el alcalde anda por la ciudad con seis guardaespaldas, “aquí solo tenemos unos policías, que nunca están cuando les necesitamos”.


Como se vive en la casa de Chadia


En este zulo viven cinco personas. Chadia, su marido y Manar duermen en el cuarto del matrimonio, dos en la cama y uno en un colchón en el suelo. Sus otros dos chicos duermen en los sofás del salón.

Los chicos no tienen un espacio privado, ni un sitio para estudiar y hacer los deberes escolares. Desde luego, tampoco tienen tiempo que dedicar a los estudios. Manar necesita ayuda constante, especialmente para subir las escaleras que conducen a su colegio ‘San Antonio’. Los hermanos – porque son buenos hermanos – se dedican a ayudar a su madre. Chadia también cuenta con el apoyo constante de su madre. Pero esta mujer ya tiene alrededor de 50 años, y aunque voluntad y cariño tiene y sobra, ya no tiene las energías de que antes se gozaba.

Los hermanos y la abuela de Manar están sacrificando su tiempo para hacer el trabajo que debería hacer la Ciudad. Esto en vez de dedicarse a los estudios y mirar hacia su futuro. Desde aquí empieza el fracaso escolar.


Ingresos


Chadia recibe una ayuda de 300 euros mensuales para la niña. Recibe también ayudas para comprar los libros y otras materias escolares para sus hijos. Esto no es suficiente. Chadia está parada. Nos cuenta que en el 2010 saco una plaza en el Plan de Empleo. Sin embargo, el Plan de Empleo no le ha ayudado a formarse para encontrar un trabajo estable y fijo y desde se acabó su contrato no ha vuelto a trabajar.

Quisiera sacar otra vez una plaza en el Plan de Empleo, pero entiende que va a ser muy difícil – no solo por el “enchufismo” que ella, y muchos otros ciudadanos sospechan que hay en este Plan – sino porque su marido tiene “trabajo fijo”.

Pero esto hay que verlo en su contexto y a largo plazo. El marido de Chadia es cabo de la Legión. Cobra como cabo 1.500 euros y lleva 14 años de servicio. Pero con los gastos que tiene la familia, Chadia y su marido no pueden ahorrar nada y tendrán que depender de sus vecinos en caso de emergencias. Aunque “fijo”, su marido, militar, no tiene la plaza de permanente, lo que significa que con 45 años se irá a la calle con una compensación de 600 euros mensual por los servicios prestados. Y entonces ¿Quién lo va a contratar? y sin ingresos, ¿qué va a pasar?, y si no pueden hacerse cargo de su hija, la titulara los ¿Servicios Sociales? Una familia que se consideraba en la zona de la clase media y que ahora está a las puertas de la exclusión social.

DSC_0028 Camera-Moto-icon Luis Alvariñas | Manuel Hernández, secretario general del PSOE, con Chadia Rguif Amar. 


Que orgulloso estaría Kafka


“Cuando vine de Cádiz fui a pedir una vivienda, que mi hija necesita un cuarto especial para ella. He entregado todos los papeles médicos, todo lo que me han pedido. Me dijeron que la casa yo la voy a tener ‘si o si’ ”, explica Chadia.

“¿Pero me engañaron? ¿O hubo un rollo o algo? ¿Fue todo una mentira?” nos pregunta, confundida. “Cuando sacaron las plazas, yo no estaba. ¿Yo que se? Parece que había gente que hasta saco dos, en esto no me voy a meter. Me dejaron tirada en la calle”.

Chadia fue para tener explicaciones de lo que pasó. “Solo me dijeron que lo sienten mucho, pero no hay más viviendas que repartir. Me ofrecieron por lo menos una silla ruedas. Pero yo con una silla ruedas ¿Que voy a hacer? Como podéis ver, ¡una silla ruedas en esta casa no cabe!”.

Esto se lo contaba Chadia a Manuel Hernández, secretario general del PSOE, que ha tomado cartas en el asunto, y visito a la familia para preocuparse por su situación, quedo claro que a Chadia le metieron en el Cupo General, y no el Cupo de Asuntos Sociales o lo de los Menos Validos como los funcionarios deberían haber hecho. Al enterarse de esto, Chadia confesa que a ella no le habían contado absolutamente nada, ni siquiera tenía idea que hubo varios cupos para los que tienen un familiar con discapacidad de un 78% y una movilidad con necesidad y ayuda de 3ª persona.


La Rampa


Manar ahora va al Colegio Especial ‘San Antonio’. Sin embargo, salir de su barrio es una odisea que la familia tiene que vivir cada día. Chadia tiene que subir, llevando a su hija en brazos todos los días unos 40 metros de escaleras, hasta el final de ellas en la que le espera su madre con el carrito de minusválidos. Al igual le pasa lo mismo con el andador especializado, que cuesta 3000 euros, -regalo una señora de Tarifa- que por sus dimensiones y peso, los dos no le cogen en la casa, y lo tiene que dejar en la de su madre. En estas escaleras hay unas losetas al estilo de rampillas, -para uso de carretillas de obra- pero no solo vale para nada sino que sirve para obstaculizar a los usuarios. Cuando hay lluvia esas rampillas se quedan mojadas y los usuarios pueden resbalarse muy fácilmente, incluso con el polvillo de la loseta ocurre. Volvemos a repetir lo que ha dicho el médico el día que Chadia se resbale por esas escaleras este angelito se va para el cementerio.

Por eso, Chadia fue a la asociación de vecinos del Príncipe para pedir la rampa. Según manifiesta Chadia, el presidente de la asociación Kamal Mohamed la ignoro. Después se acerco al Polifuncional de el Príncipe con su petición. Ahí, dice, que se rieron de ella, y les dijeron que ahí solo reparten alimentación. En los dos sitios a los que acudió le dijeron que se fuera a Fomento. Desde fomento mandaron unos técnicos para echar un vistazo a las escaleras, pero Chadia confirma que estos vinieron solo una vez y no volvieron a aparecer.

Después, Chadia se dirigió a Asuntos Sociales. Los funcionarios de la consejería le ofrecieron una solución que parece increíble: que ellos si podían mandar a los operarios de OBIMACE para instalar la rampa, bajo la condición que Chadia tenía que asumir el coste del trabajo.


Hacer ruido para ablandar los corazones


Chadia solo le quedaba una opción: recurrir a otras fuentes de ayuda y a la prensa. Confesa que para ella el Gobierno está muy lejos, y que sus consejeros le han ignorado completamente. Chadia se puso a reír cuando hablo de lo que ha sugerido el MDyC. Desde este grupo municipal le han dicho que debería sacarse una foto subiendo con su hija las escaleras del barrio. “Lo he pensado, pero, al final no lo hizo. No quiero usar a mi hija en tal manera, no lo encuentro correcto”.

Por el otro lado, concluye Chadia “quizás no hay otra manera. Para ablandar el corazón del Presidente solo me queda una opción. Llevar a mi hija y colocarme en frente al Ayuntamiento, en frente a su ventana”.


Camera-Moto-icon Luis Alvariñas | Manuel Hernández, secretario general del PSOE, con Chadia Rguif Amar y Beatriz del Pino redactora de tiempo de ocio Ceuta.

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